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Este es un humilde sitio donde podré difundir también mis escritos. Volcaré semanalmente algunos de mis cuentos editados e inéditos para que la gente pueda disfrutarlos.



Espero les agrade.








martes, 15 de enero de 2019

El fútbol siempre está


Una anécdota de la visita a San Luis

Pasamos algunos días en unas bellas cabañas de Potrero de los Funes, las mismas de siempre. Seis cabañas, seis familias desconocidas y una historia cada año.
En una de las cabañas superiores, una familia de Río Grande compuesta por la pareja y sus tres hijos, en la misma línea que la que habitábamos MF, mi hijo y yo; bajo nuestro, una pareja mayor. Enfrente, en la misma línea, una pareja con dos jóvenes y abajo, una familia mayor con dos hijas jóvenes y atractivas.
Pasado el mediodía del lunes y mientras charlábamos en el balcón con MF, la familia de Río Grande terminaba de degustar un asado. Carolina, la mamá, bajaba la escalera con una ensalada de frutas en cada mano. Faltando 5 escalones, resbaló pegando la nuca contra uno de los filos. Todos escuchamos el grito y el golpe. La imagen siguiente fue Carolina desmayada en brazos de su esposo. De cada cabaña, todos salimos corriendo con mayor o menor velocidad. Al llegar la señora estaba desmayada, no le sentíamos el pulso, ni escuchábamos la respiración. Hicimos todo lo que en forma casera aprendimos, más lo que profesionalmente realizaba Paloma, la encargada de las cabañas y el padre de la cabaña seis. Mientras una de las hijas de la cabaña cinco llamaba a la ambulancia y la encargada reportaba a un sitio de emergencias. Hielo en la nuca, agua en la cara, el amor del marido y Dios, obvio, hicieron que despertara. Minutos después llega la ambulancia para proceder a llevarla al Hospital de Juana Koslay. Jamás contaría la anécdota, si no hubiese tenido un final feliz. Carolina volvió del hospital, bajó de su auto y caminó, ante el aplauso de todos. Fue solo un susto.

Ustedes se preguntarán: ¿Dónde encaja el fútbol en la anécdota…?
Cuando llegó la ambulancia, el médico y el camillero bajaron con la parsimonia típica y a su vez envidiable del cuyano. Una de las chicas  entre dientes dice:

-          ¡Qué tranquilidad tiene este hombre…! Buscando complicidad en mí persona.
-          Acá la gente vive con dos cambios menos. Le contesto, mientras ella me sonríe asintiendo.

La madre y la hermana se acercan unos pasos y pregunto en general:

-          ¿Son porteños…?
-          No, pampeanos. Responde la más chica de las hermanas.
-          ¿De qué lugar de La Pampa? Pregunto para emparentarlo con lo que conozco de la Liga Pampeana.
-          Colonia Barón…Me contesta como con timidez o bien como diciendo: “De un pueblo que, seguro, no conocés”

Sin espacio para la explicación y con voz alta, exclamé:

-          ¡Aguante Cultura Integral…!

Una mezcla de sorpresa, satisfacción y orgullo en toda la familia Martínez…
Una tragedia que no fue y la muestra que en cualquier tipo de relación, el fútbol siempre está.




Eduardo J. Quintana
@ejquintana010