Quisiera abrir mis alas y demostrarle al viento su impotencia.
Quisiera verter todo lo mío en pos de contenerte.
Partir raudamente en tu ayuda, sentir profundamente tu misterio,
ansiar lógicamente tu mejoría, poder detener el tiempo.
Quisiera sentirte eternamente; gozar, cantar, gritar que sos sólo mía.
Elevarte a lo más profundo del pedestal de mi amor y eternizarte para que vivas siempre.
Quiero abrazarte cada mañana, quiero que sepas que te extraño.
Quiero sentir congoja al decirlo y que mi garganta se anude en un sentimiento.
Quiero poder llamarte vieja...
Quiero poder decirte mamá y gritar a los cuatro vientos, cuanto te quiero.
Eduardo J. Quintana
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