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Este es un humilde sitio donde podré difundir también mis escritos. Volcaré semanalmente algunos de mis cuentos editados e inéditos para que la gente pueda disfrutarlos.



Espero les agrade.








sábado, 7 de marzo de 2020

La epopeya de un domingo distinto


Fue un día raro, pero hermoso.
En familia, a cancha llena, con el corazón palpitando a mil.
Había pasado mi cumpleaños encerrado en la Sede, mientras toda la familia reunida en mi casa esperaba en vano mi llegada. Minutos antes de las doce de la noche soplaban las velitas y me cantaban el feliz cumpleaños a través de un viejo teléfono celular. Eran días de lágrima fácil y nervios a flor de piel.
El “Racing ha dejado de existir” que esbozó ante las cámaras de televisión “la vieja chiflada”, fue una daga en el corazón de la falange racinguista. Indirectamente había exacerbado el amor y la pasión en forma exponencial. Ya no éramos mi viejo, mi hijo y yo.
Éramos una familia entera, cientos de familias enteras, miles de familias enteras que salieron a movilizarse, solo por amor. Eran otras épocas, en las cuales nos sentíamos hinchas de la propia hinchada y esa hinchada respondió como nunca nadie lo había hecho. Porque habíamos copado la Sede, llenado Viamonte, rodeado el Congreso, apretado dirigentes, apoyado a un equipo que nos apoyaba, solo faltaba una cosa: “La epopeya de un domingo distinto”.
Porque fue eso, algo único, casi irrepetible y como nos acostumbra Racing: el primero.
Fue un día raro, pero hermoso; soleado adentro y afuera. Con leve brisa que venía de Avellaneda a Capital, de Avellaneda hacia todos los rincones del país. Era domingo pero no había pastas. Había Racing, como hubo toda la vida, pero esta vez todos juntos.
Y se creó ese hito que fue canción.
Nos congregamos, esa es la palabra, “congregamos”. Y fue en el Estadio Presidente Perón.
Fuimos miles, de todas partes y con una sola consigna: “Demostrar el amor a los colores del corazón”.
Hubo cientos de lágrimas y gritos. Canciones y rezos. Promesas y conjuros.
Racing marcaba nuevamente la historia y nosotros éramos parte de esa porción de tiempo.
Fue un día raro, pero hermoso.
No hubo rival, pero sí hinchadas amigas. No hubo árbitros, pero si equipo. No hubo goles, pero si goleada.
El amor ganó por goleada.
Las miradas asombradas de cientos de miles de personas, que por televisión, seguían las imágenes de una demostración de pasión nunca antes vista. Quizá por eso el valor que hoy le damos a la canción emblema, esa que esboza: “De pendejo te sigo, junto a Racing siempre a todos lados. Nos bancamos la quiebra, el descenso y fuimos alquilados. No me olvido ese día, que una vieja chiflada decía, que Racing no existía que tenía que ser liquidado. Si llenamos nuestra cancha y no jugamos…” Y todo lo que sigue, hasta llegar a este presente, que no hubiese sido posible sin aquel pasado glorioso.
Fue un día raro, pero hermoso.
Abrazos, llantos y promesas. Cientos de promesas. Vendrían más días sensibles, como aquel de la caravana hacia Arroyito.
Fue la demostración de amor más grande que se tenga memoria en el fútbol argentino.
Fue la epopeya de un día distinto. Fue un domingo, 7 de marzo de 1999.
Fue un día raro, pero hermoso. Nuestro día para toda la eternidad…



Eduardo J. Quintana
eduardo.quintana961
@ejquintana010