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Mirá Tano, cuando uno da la
palabra....
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Pará, para…La palabra la diste
vos...
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¿Y eso qué tiene que ver?
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Tiene que ver, claro que tiene
que ver. Si la palabra la diste vos, entonces cumplila vos y no nos metas a
nosotros.
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No me podés hablar así, pedazo
de gilún.
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¿A quién le decís gil?
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A vos, que tenés un miedo
tremendo de cumplir la palabra, como si la palabra no fuera un documento
firmado moralmente, desde lo más íntimo de la ética personal.
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Pero dejate de discursos, al
final, parecés un político de cuarta.
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Que político, ni político…Yo
esto lo llevo en el alma....
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Terminala, che….Aguantatelá y
listo....
La discusión se
tornaba difícil e interminable y más aún, a medida que iban llegando los otros
amigos.
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¿Qué pasa viejo?
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Nada, este marmota le dio la
palabra…
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¿Otra vez agrediendo...? ¿Por qué
no la terminás, Tano?
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¿Por qué la tengo terminar, si
sos vos el que tenés la palabra floja?
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Palabra, es palabra, y no hay
vuelta que darle.
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¿Y ustedes qué piensan de este
flojo de lengua?
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Me parece que estás equivocado
Tano, que si alguien da la palabra, por respeto tenemos que cumplirla.
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¿Pero a vos te preguntó algo,
este perejil?
-
¿Y por qué les tengo que
preguntar? Si somos un grupo de amigos que siempre nos respetamos.
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No nos respetamos nada. Si vos
vas, te encontrás con ellos, y encima le das la palabra, eso no es tenernos
respeto.
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Bueno Tano, terminala de una
vez por favor.
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No. ¿Por qué la tengo que
terminar?
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Tano, terminala y......
-
¿Y qué, y qué.....? ¿Terminala
y qué?
-
Terminala y ponete los botines
que tenemos que jugar el desafío.
Eduardo J. Quintana
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