El sentido de pertenencia, el amor por un barrio, por los
colores del corazón, por la herencia recibida, perduran en el tiempo y no sabe
de claudicaciones. Porque uno nace sabiendo qué colores defenderá toda su vida
y a través del tiempo, disfrutará aún más los momentos de gloria. La
experiencia adquirida con los años, mejora aún más ese amor perdurable y
genuino que engloba las sensaciones más hermosas de la vida de un futbolero,
cuyo momento cúlmine es, sin dudas, la serenata de amor que representa la
vuelta olímpica.
Nació en el lugar
que quiso y amó su tierra como pocos, la defendió como parte de una manada y
siendo joven, se sintió invencible. El futuro, le tendría deparado miles de
sorpresas.
Quizá por eso, el loco festejo y la rara sensación de verse
reflejada en lugares donde el resto de los días fueron de lucha y hoy, la
victoria golpea la puerta. Porque Libertad tiene veinticinco años, de los
cuales la gran mayoría fueron de frustraciones futboleras. Sus padres, le contaban
de las épocas en que se tutearon con la gloria. Sus abuelos, le hablaban de los
años dorados y Libertad, los miraba incrédula, como cuando niña escuchaba
cuentos de hadas y superhéroes.
Poco a poco, fue
tomando el protagonismo que tienen los búfalos cuando muestran toda su fuerza y
compiten por el dominio de la manada. Todos a su alrededor comenzaron a
respetarlo.
Los pósteres del “Polaco” Della Marchesina y del “Mago”
Orsi que adornaban las paredes de su habitación, parecían necesitar una
alegría. Libertad, era de esas personas que amaba algo y lo hacía con el
corazón abierto. En su vida, no había lugar para novios, ya que todo se lo
dedicaba a Excursionistas y el único tatuaje artificial, lo tenía en su
omóplato derecho, el escudo verde y blanco, eterno emblema del Bajo Belgrano,
enmarcado por su cabello lacio azabache que, en conjunto, engalanaban su
angelical espalda. Esa era la parte artificial de su cuerpo, porque el
verdadero escudo lo tenía tatuado en su corazón.
Con su hembra
partió en busca de otros horizontes, con la sola premisa de armar su propia
manada y la idea de volver, algún día, a su lugar de origen como nuevo líder.
Por eso, cuando aquel 12 de mayo de 2015, el ídolo de su
padre, Guillermo Szeszurak, asumía la dirección técnica del club de sus amores,
la ilusión golpeó la puerta del corazón de Libertad.
Pero en Excursionistas, nunca nada es fácil y los vaivenes
de los números, redondearon una buena campaña que no alcanzó para festejar el
logro. Ese año el abuelo Martín, aquel que había inculcado a Libertad el amor
por el “Verde”, aquel que llevaba de la mano a la niña, muy niña, a la platea
del “Coliseo” del Bajo Belgrano, fue a llenar la tribuna del cielo.
En pocos años, el
“Búfalo” formó su propia familia que fue creciendo con el paso del tiempo,
probó de volver a su lugar, pero faltaba
que se den las cosas.
Con el abuelo alentando desde arriba, Guillermo Szeszurak y
su cuerpo técnico en el banco, con dirigentes de esos que conocés de toda la
vida, un grupo de gladiadores en la cancha y la gente acompañando cada partido,
la hazaña del ascenso no quedaba tan lejos.
Pero siempre hay un pero en Excursionistas y con una mitad
de campeonato irregular, las chances de campeonar se esfumaban rápidamente.
Buscó otros
horizontes mientras la manada seguía su crecimiento. Se lo notaba triste, como
encerrado en su propio destino, a sabiendas de que algún día volvería al lugar
que deseaba.
Después de escuchar por radio, la derrota en la séptima
fecha con Berazategui, Libertad fue a su habitación, se recostó y durmió. Las
pesadillas del comienzo, se convirtieron en un plácido sueño y que se hizo
hermoso cuando en él, apareció el abuelo Martín y le habló de la mística
ganadora de Guillermo Szeszurak y de la certeza que “Este era el año”. Fue un bálsamo
que le permitió salir de su tristeza, ponerse orgullosa la camiseta verde y
blanca, que era como su traje de novia y jurarse la vuelta olímpica en el
“Coliseo”, junto a sus padres.
Se sintió rey en
cada lugar en el que mostró su inteligencia y su fuerza. Venció a todo quien se
le enfrentó y cuidó de su rebaño, quien ya tenía un pequeño líder heredero.
Excursionistas no perdió más y con un par de victorias y
otros tantos empates, llegó a jugar el clásico con Laferrere, lejos de su rival
en la tabla de posiciones. Libertad disfrutó de la magia del fútbol de
“Cachete” Ruiz y la entrega del resto de los gladiadores, gritó hasta quedar
sin voz y sintió a su abuelo pulular entre las plateas de madera de la tribuna
lateral, como un presagio de lo que vendría. El “Villero” no perdió un solo
punto más. La confianza que brindaba Guillermo Szeszurak hacía que, Libertad,
sienta que aquella frase que su abuelo le había dicho en aquel sueño, se le
apareciera a cada instante. “Este es el año”.
Un día decidió
volver a sus pagos, el viejo líder había muerto y asumió la supremacía de la
manada en base a su fuerza y a la convicción que podía cumplir su objetivo.
Seis partidos consecutivos con victorias, descollantes
tareas de su jugador estrella, el magnetismo de un equipo pergeñado por el
ídolo del club que había vuelto a cumplir su sueño. Libertad estaba incluida en
ese sueño que se sintió realidad, en la epopeya del Gabino Sosa.
Por eso, el 11 de junio quedará grabado en las retinas de
la morocha villera, porque abrazada a sus padres, vestidos de verde y blanco y
con el lagrimal fácil, sufrieron hasta el final del partido y cuando nada hacía
prever que la hazaña no se concretaría, un centro bombeado al segundo palo y
ese fatídico cabezazo de Ayala, que se cuela en el palo izquierdo de Arias
Navarro. Un silencio sepulcral se apoderó del “Coliseo”, un manto de dolor
atravesó el corazón de miles de hinchas a quienes la historia, se les vino como
noche.
Juntó a todos los
suyos y les demostró cual era el camino a seguir. La lucha por subsistir,
sentar bases sólidas y crecer. La manada, lo convirtió en líder indiscutido, en
guía de su propio destino.
Y mientras la desazón de los padres de Libertad se hacía
carne, mientras Carlos Salom y su cabezazo se hacía presente en la memoria
villera, Libertad levantó su vista, miró al juez de línea y vio ese halo de luz
en el banderín levantado marcando posición adelantada y la cara del abuelo
Martín que, con un guiño de ojo cómplice, la vuelve a la vida, le devuelve la
ilusión, le brinda la máxima satisfacción futbolera y no paró más de llorar. Se
abrazó con sus padres como pocas veces lo había hecho, miró al cielo, estiró
sus brazos como señal de agradecimiento, de amor por quien le había inculcado
el sentimiento por Excursionistas.
La alegría, se apoderó de la manada. El crecimiento fue
incesante y positivo. La vida le devolvió la ilusión de ser aún más grande, se
lo propuso y lo logró. Una vez grande, se sintió libre. Se sintió “Búfalo rey…”
Y al grito de “Dale Campeón, Dale Campeón” acompañaba la vuelta
olímpica desde la tribuna misma de su casa, mientras dentro del césped
sintético, dirigentes, jugadores, cuerpo técnico y el mismísimo “Búfalo”, le
regalaban el ascenso tan soñado a los hinchas y a Libertad…
Eduardo J. Quintana
Texto Inédito
@ejquintana010
"Difundir la Literatura Futbolera para pensar en volver a jugar a la pelota"
Las imágenes que ilustran este cuento, fueron tomadas de Internet
Dejá tu comentario en este Blog
Genio vos, genio el Búfalo, genios los jugadores, falta poco Defe
ResponderEliminarNinja de Munro
Gracias maestro por tus palabras!
EliminarGracias edu x poner las palabras justas!!! Grande búfalo, genio Eduardo sepan q mi flia y yo estamos muy orgullosos de ser de excursio y estaremos eternamente agradecidos x tanto amor correspondido flia Llamas
ResponderEliminarGracias Guadalupe querida, te agradezco como siempre tus palabras. Abrazo de gol de ascenso a la familia Llamas...
EliminarGuillermo refleja en forma cabal y fiel lo que es excursionistas , es sacrificio pasion solidaridad tenacidad compañerismo familia y barrio, el es el emblema de un club con una pasion infinita , hermoso cuento , no nos despierten de este hermoso presente, todos unidos x un club mas grande !! Felicitaciones para todos los gladiadores desee técnico ayudantes directivos e hinchas !!
ResponderEliminarCoincido con tus palabras Darío, siempre hablé de la mesa de cuatro patas, aquí funcionaron como corresponde. Abrazo y gracias
EliminarMuy bueno Eduardo! La verdad no parece echo por un gran escritor, del cual sos, sino para que lo escribe uno de los protagonista. Lo contas como nadie lo podría hacer, parece una historia real, para mi esto tiene vida. Seguí deleitando con estas cosas hermosas que le das brillo con tan solo un papel y una birome. Gracias! Es emocionante lo que haces.
ResponderEliminarDIEGO STROCEN
Gracias por tus palabras Diego y será cumplido tu deseo de seguir creando Literatura Futbolera.
Eliminar