Cuatro años,
parece mentira. La gente no está acostumbrada a ver a un hombre con flores. Las
miradas me perforaban, unas chicas cuchicheaban mirando el ramo, una pareja
mayor me miraba como si fuese un marido ejemplar. El viaje en el colectivo se hizo largo,
tedioso por el calor de Febrero, por que si bien el colectivo no iba lleno,
llevaba algo de gente y como era sábado, el chofer lo manejaba a ritmo lento o lo hacía adrede porque iba
adelantado. El tráfico era muchísimo menor al de un día de semana. Me había
puesto nervioso, todos miraban mis flores. A las personas que describí antes se
sumaron dos flacos, que también me miraban y hablaban algo sobre mí. Yo me
hacía el gil y miraba por la ventanilla. Había empezado a transpirar y no
entiendo el motivo, si no hacía más calor que cuando subí al colectivo. Traté de calmarme,
esta fecha era para disfrutar con el abuelo, como cuando me llevaba a la
cancha, tenía que estar tranquilo.
Cuando llegó
a Barrancas, me paré y al pasar por delante de la señora que estaba con su
marido me dijo:
-
¡Qué
hermosas flores!
La miré, le
sonreí y toque el timbre para bajar, en ese momento uno de los flacos que había
subido en Chacarita, me preguntó:
-
¿Maestro,
de quién es esa camiseta?
-
De
Excursionistas…Le respondí con orgullo.
-
Te
dije que era de Excursio, cabezón – le dijo el otro muchacho al compañero de
asiento- ¿Es la del Centenario, no?
-
Sí,
es la del Centenario...
Y la verdad,
las flores eran lindas, pero la camiseta era única, de piqué como las de antes,
con las rayas verticales verdes y blancas, con los cordones en el escote y el
número cien dorado en la espalda. Bajé del colectivo con el pecho inflado de orgullo
y caminé por Pampa hasta la esquina de Miñones, donde se erigía el Estadio
Único de Belgrano, el mágico hogar del Club Excursionistas, mi otro hogar.
Había mucho
movimiento y cuando quise ingresar me lo impidieron unas personas de una empresa de seguridad privada. No levanté la perdiz,
no quería discutir con las flores en la mano, caminé hasta la entrada opuesta y como en alguna otra oportunidad, salté el portón de ingreso a la “Tribuna
José Hernández”, donde imaginariamente se escuchaba la hermosa música de los
bombos y las trompetas. Ya adentro y sin vigilancia cerca, fue fácil. Me saqué
la camiseta para no engancharla y la arrojé junto a las flores dentro del campo
de juego. Subí el alambrado, pisé las púas de la parte superior y con total
libertad ingresé al rectángulo, me puse la camiseta, tomé las flores y me
dirigí hacia el centro del campo. Sentí que alguien me gritaba, lo ignoré. Puse
una rodilla en el piso, apoyé las flores en el punto del círculo central, justo
en el momento en que una nube tapaba el sol y la sombra cubría ese sector. Los
gritos de la gente de seguridad se hicieron más pronunciados y estaban más
cerca, en la misma posición, rodilla en el piso, cerré los ojos para presenciar
la imagen del abuelo Julio, miré al cielo y grité: ¡Feliz cumpleaños abuelo
querido! Arranqué un pedacito de pasto y junte un puñadito de tierra, las
guardé en mi bolsillo, me persigné y justo en el momento en que el sol volvía a
iluminar el centro del campo de juego y los gritos ya se hacían carne, comencé a
correr.
No lograron alcanzarme, me fui quitando la camiseta para cuidarla, subí
el alambrado, pasé por encima de los hilos de púa, me corté un poquito, salté
hacia la tribuna, ya no podrían atraparme, más tranquilo trepé el portón, me
puse la camiseta intentando no mancharla con sangre y emprendí el regreso hacia
Barrancas de Belgrano, donde me esperaría otro largo viaje en colectivo. Esta
vez sin el majestuoso ramo de flores, pero con el orgullo de llevar puesta la
hermosa divisa verde y blanca.
La tarea
estaba cumplida. Por cuarto año consecutivo homenajeaba al abuelo en el mismo
lugar donde se encontraban sus cenizas. Homenajeaba al abuelo Julio, que hoy 1ª
de Febrero cumpliría 104 años. Igual que nuestro querido Excursionistas.
Ciento
cuatro años de amor. Ciento cuatro años de fidelidad. Ciento cuatro años de
gloria.
Eduardo J. Quintana
@ejquintana010
"Difundir la Literatura Futbolera para pensar en volver a jugar a la pelota"
La imágenes de este cuento fueron tomadas de internet
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Grandioso. Excelente, querido Eduardo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Es lo que menos merece mi querido Excursionistas. Abrazo
EliminarQUE MANERA DE LLORAR, EMOCIONADÍSIMA...GRACIAS X ESTE CUENTO...
ResponderEliminarGracias por tu emoción. Te envío un abrazo grande.
Eliminarhermoso relato, destila emoción!! gracias!!
ResponderEliminarGracias (no se tu nombre) Abrazo grande !
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