Crisis económica 2001/2003
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¿Sabés una cosa
Franjita?
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¿Qué pasa Flaco?
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Vino un tipo el
otro día fanático de Racing, y me dijo que coleccionaba camisetas de fútbol.
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Mirá que bien, un
lindo hobbie tiene el hombre.
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Sí viste, un poco
caro, pero un hobbie nostálgico.
Hay
coleccionistas de muchas cosas, numismática, filatelia, marquillas de
cigarrillos, ceniceros, pero este fiel futbolero coleccionaba camisetas de
fútbol.
Cien años
de historia, una multitud de ilusiones en un atuendo antiguo.
Recuerdo
como si fuera hoy, el comienzo de la racha negra. Yo era un pibito de seis o
siete años. La vieja cancha de Platense, alambrado con rombos hasta allá arriba
donde empezaba el alambre de púas. Allí juntos, el abuelo Juan, el tío Alberto,
mi viejo y yo. Como siempre, la familia unida por la pasión futbolera de cada
domingo, porque el fútbol era domingo...Como ir a misa.
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Mirá Flaco...
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Una reliquia
Franjita. ¿De dónde la sacaste?
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Tiene una historia
increíble. ¿Te gusta?
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¡Y cómo no me va a
gustar...! Es hermosa.
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Viste Flaco, de
piqué, con cuellito y bolsillo.
Las
camisetas de antes eran así, un atuendo para el jugador y para la gente. No
como ahora que las camisetas, son espacios publicitarios para mejorar los
ingresos de cada club.
La de Ríver
era blanca con la banda roja (sí, la que le cruza el alma). La de Boca era la
tradicional azul oro con la franja horizontal. La del “Rojo” era roja. La de
San Lorenzo azulgrana, la del “Globo” blanca con vivos rojos, la de Platense
blanca con la franja horizontal marrón y así todas. Cada equipo respetaba sus
colores, su identidad.
Había una
camiseta titular y otra suplente.
Me acuerdo
como si fuera hoy, bien pegaditos al alambrado. Mirando el partido de reserva.
No había gran cantidad de público, simplemente porque era el último partido y
no jugaban por nada... bahh... no jugaban por nada es una falta de respeto.
Jugaban por la camiseta. Tengo una vaga idea que en ese partido atajó Ataúlfo
Sánchez. Un arquero que me quedó grabado más por lo simpático del nombre, que
por su trayectoria. Jugaba el “Topo” García Sangenis, Carlitos Squeo,
“Cucaracha” Sánchez y él. El número nueve.
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Che Franja...
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¿Qué?
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¿Y el número?
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Tenía el número
nueve de cuerina.
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¿Cómo de
cuerina...?
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Sí Flaco, de una especie
de cuerina muy finita.
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¿Y qué iban
pegados?
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No, cosidos en el borde. Los profesionales, lo cosían por dentro
con máquina de coser y las viejas de los pibes del barrio, le daban una puntada
a mano por afuera.
En cada
partido final, los jugadores intercambiaban camisetas o se las ofrendaban a los
hinchas y cuando digo se las ofrendaban, era así, textual. Buscaban a un hincha
en la tribuna poblada y le regalaban la camiseta. Y nadie osaba sacársela. No
era como ahora que se matan por una camiseta y después la venden. Si se
choreaban una “Pintier” era para jugar en el barrio. Hoy se roban una Nike de
doscientos pesos y la venden por dos mangos.
Y como era
el último partido del año, sabíamos que si apuntábamos bien, quizá ligáramos
una celeste y blanca original. Y ni bien asomaron por el túnel, el viejo empezó
con los gritos... Changooooo... Changooooo.
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Che
Franja...¿Quién era el nueve?
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El “Chango”
Cárdenas.
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¿Qué? ¿Esta
camiseta era del “Chango” Cárdenas...?
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Sí Flaco, del
mismísimo “Chango”, el del misil al Celtic.
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No lo puedo creer.
Si la ve el muchacho que vino el otro día, se vuelve loco.
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Es como la que usó
en el “Centenario”, aquel 4 de Noviembre.
Changoooo...
Changooo, gritaba el viejo a toda voz. Y el “Chango”, que gira la cabeza, mira
la tribuna y se sonríe ante el pedido.
Changooo...
vení, vení. Gritaba mi viejo.
¿Qué va a
venir? —Pensaba yo en silencio— Mirá si el “Chango” va a venir hasta el
alambrado. Mirá si él, el más famoso en esa época, va a venir a pedido de mi
viejo.
Y aunque es
de no creer... vino.
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Che Franja, ¿y por
qué no tiene el número y está así apolillada?
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No es apolillada,
por favor, si la cuido como un tesoro.
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Pero está hecha
pelota.
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¿Sabés por qué?
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No.
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Porque la usaba.
Porque el que me veía con la camiseta del “Chango”, con el nueve en la espalda,
me ponía de centrodelantero.
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Ahhh, claro y así
jugabas siempre.
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Y sí, vos me viste
jugar... Si no fuera por la camiseta del “Chango”, más de una vez me hubiera
quedado afuera de algún partido. Pero tenía la nueve y ahí jugaba de "centrofóbal", hasta que se daban cuenta que era un tronco.
El ídolo que se dignaba a
venir hasta el alambrado y mi viejo que le dice: “Chango”, le das la camiseta a
mi pibe. Él se rio y le dijo: - Que se quede acá, que cuando termina el partido,
se la regalo. Creo que de los nervios el partido no me importó. Platense nos
bailó y a mí la verdad, me importó poco. Si mal no recuerdo, fue cuatro a dos y
en la nebulosa tengo un gol de emboquillada, que le hicieron a Ataúlfo.
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Che Franja, volvió
el coleccionista de camisetas y le conté que tenés la del “Chango”.
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Sí...¿Y qué te
dijo?
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Que quiere hablar
con vos, para hacerte una oferta por la camiseta.
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¿Por la del
“Chango”?
-
Sí y fijate porque
creo que paga bien.
Terminó el partido, los jugadores se saludaban, como lo hacen
siempre. Las miradas del Abuelo Juan, del Tío Alberto, de mi viejo Raúl y por
sobre todo la mía, siguieron la trayectoria del “Chango” Cárdenas. Se acercó a
un jugador de Platense, se sacó la camiseta y....
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Negro, si te
ofrece buena guita, ¿qué vas a hacer?
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¿Me lo tenés que
preguntar?
-
Y sí Franja, habla
de cinco o seis gambas.
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¿Quinientos o
seiscientos pesos?
-
Sí... Un paquete
de guita... Pensalo.
Changooo...Changooo...Gritaban
mi viejo, Juancito y el tío. Yo estaba totalmente decepcionado. Cárdenas con la
camiseta en la mano, se saludaba con uno de ellos. Y en el saludo, se iban
todas las ilusiones de tener la nueve de él... del héroe de la Copa del Mundo.
Con ese
nefasto intercambio, caían mis sueños de poner un “sablazo” en algún ángulo de
un ignoto arquero, en algún parque porteño. Con ese impensado intercambio, se
perdía en la historia, mi loca carrera para abrazarme con el inexistente
aguatero. Una lágrima caía por mi mejilla, una lágrima de impotencia ante la
negativa realidad que deshacía en pedazos, el supuesto abrazo final con Juan
José Pizzuti.
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¿Y Franja...?
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¿Y qué?
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¿Te escribió el
coleccionista?
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¿Sí?
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¿Y...?
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Me ofreció entre
quinientos y seiscientos pesos.
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¡Qué bueno....! Te
podés comprar la camiseta de Petrobrás y te sobra guita.
Changoooo...
Y Cárdenas
que gira la cabeza, mira la tribuna, nos busca, le pide disculpas al jugador de
Platense y viene al trotecito con la celeste y blanca en su mano derecha. Llega
al alambrado, se sube a la par de mi viejo, se estira un poco, se la da en la
mano y me dice: - Cuidala pibe.
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¿Y qué le
contestaste, Franja?
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¿Cómo qué le
contesté?
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Y claro, andás sin
un peso y te ofrecen quinientos mangos...
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¿Y eso que tiene
que ver?
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¿Cómo que tiene
que ver? ¿No estarás pensando en guardarte la camiseta y decirle que no...?
Mi viejo
bajó del alambrado, que para mí era muy alto y me dio la preciada camiseta del
“Chango”. La miré, me sequé las lágrimas con su sudor y la guardé...
La guardé
para siempre en mi corazón...
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