-
Que
locura la que hizo el Gordo.
-
Algo
escuché. ¿Vos sabés bien como fue la historia, Raúl…?
-
Me
contó Tato que habló con él. Mirá ahí viene.
Mientras
Raúl señalaba con el dedo índice a Tato, que venía caminando hacia el bar, el
Cholo pedía un vermut con ingredientes para preparar el ambiente y así escuchar
por boca del amigo, la historia que llegaba desde Eduardo Castex.
-
Buenas…
-
Tato
querido. ¿Cómo anda la vieja?
-
Ahí
anda con todas sus mañas a cuesta.
La
silla vacía que esperaba y Francisco, el mozo, que llega con una botella de
Gancia, soda y platitos con algunas cositas ricas.
-
Gallego,
¿pusiste esas berenjenas que hace tu esposa…?
-
Ya
vienen, ya vienen. Contesta el mozo, ante el apuro por probar la exquisitez.
-
Che,
¿quién garpa esto? -Acota Tato- Miren que ando seco.
-
Invito
yo…
Ante
la contestación del Cholo, fueron al grano.
-
Contá
lo del Gordo Spina, Tato. ¿Qué pasó…?
-
El gil
se mandó otras de sus locuras… Aseguró Raúl que ya sabía parte de la historia
contada por el mismo Tato.
La
alocución comenzó con un terminante:
-
Estuvo
preso el pelotudo...
La
cara del Cholo empalideció y el Gallego, mozo siempre expectante, acercó una
silla para escuchar la historia, que prometía ser cinematográfica. Todas las
miradas apuntaban a Tato quien, en forma pausada, contó la historia que incluía
a Melina Castro, Julián Spina y a Joaquín Demián Spina Castro.
Cuando el año pasado el Gordo y Melina recibieron la
noticia del embarazo, fue todo felicidad. El Doctor Carlos Manuel Albarracín,
ginecólogo, obstetra y amigo de la familia Castro, fue quien tomó las riendas
del cuidado de Melina y el bebé, desde el minuto uno del embarazo. El análisis
de sangre, las primeras ecografías, la comprobación del sexo y el mes a mes,
pasaron por el conocimiento y la confianza del Dr. Albarracín.
Hasta
ahí la historia conocida por Tato, Raúl y el Cholo, que mantenían contacto
permanente con el Gordo, a través de las redes sociales. El Gallego, atendía
una mesa y volvía a escuchar como seguía la narración.
En un partido importante de Racing en Avellaneda, Julián
y Melina viajaron a Buenos Aires y en una reunión familiar, compartieron la
noticia. Para los abuelos llegaría el primer nieto, algo que coqueteaba con la
felicidad, que no era plena, por la distancia que los separaría. La panza
crecía y la ansiedad se tornaba inmanejable. Joaquín tenía fecha para la tercera
semana de abril. Doña Felisa, la madre de Meli y la embarazada decían que iba a
ser ariano. El papá, Don Pedro Castro y Julián se jugaban por un taurino. De un
signo o de otro había una fecha muy significativa para toda la familia: el 22
de abril de 2022.
-
¿Qué
pasaba en esa fecha, Tato?
La
misma pregunta se hicieron todos y la respuesta fue muy pasional.
-
El 22
de abril cumpliría el Centenario, Racing de Castex.
-
¿No me
digas que…? Pregunta a medias el Cholo.
-
Y ustedes
saben lo que significa el Albo para esa familia.
-
Seguí
contando, Tato.
Raúl
sabía la historia, pero le encantaba escuchar a Tato contarla. Lo hacía pausado
y con voz firme. Para ese momento, varios habitués del bar estaban atentos a la
alocución del narrador.
En febrero la panza de Melina era impactante. Ya había
ingresado en el séptimo mes y pese a los cuidados por la pandemia, seguía
trabajando en el banco. El Gordo repartía emociones entre su paternidad, el
paso firme que Racing mantenía para ganar el Bicampeonato Provincial y el
Centenario del Club
Abril sería un mes inolvidable. Racing se consagraba
en Santa Rosa campeón, por segunda vez consecutiva; justo unos días antes que
el Dr. Albarracín inicie los preparativos para ultimar los detalles del
nacimiento de Joaquín. Melina tenía contracciones cada vez más seguidas. La
fecha se acercaba. El 20 de abril hubo un aviso. El bolso estaba preparado. La ultima
ecografía lo encontraba a Joaquín preparado.
En
el bar no se escuchaba, ni la máquina de café, ni el ruido del tintinear de las
cucharitas. Habían bajado el volumen de la televisión, ya que la expectativa
era generalizada.
-
El
Gordo estaría muy nervioso. Asevera el Cholo.
-
Conociéndolo
–opina Raúl- estaría más preocupado que nazca el 22 de abril, que la repetición
de las contracciones, cada vez más seguidas, de Melina.
En
esa parte de la historia, el Gallego mete un bocado:
-
No la
hagas tan larga, che…
Tato
que vuelve a la historia:
El jueves a las nueve de la noche, el Gordo agarró el
bolso, lo cargó en el auto, tomó a Melina del brazo y la ayudó a sentarse en la
parte trasera. El tiempo de las contracciones se había acortado. En el auto y
antes de salir, avisó a Don Pedro, a Doña Felisa y al Doctor Albarracín.
Al llegar al hospital, la esperaban en la vereda con
una silla de ruedas. Julián estacionó el auto y se dirigió a la guardia.
-
Vamos
a inducirla. Avisó el Dr. Albarracín.
-
¿Cómo
inducirla…? Pregunto, nervioso, el Gordo
-
Sí, la
vamos a preparar. Llamen a la partera que esté lista y a todos los asistentes, en
una hora los quiero a todos en la sala de parto.
Julián mira la hora en el celular y acota:
-
¿Cuánto
dura la inducción…?
El médico, atento a todos los preparativos, no contestó
esa pregunta y el Gordo que insistió.
-
¿Doc, a
qué hora nacerá?
-
Antes
de la medianoche, Joaquín está en tus brazos.
-
¿Y
mientras tanto qué hago?
-
¿Vas a
presenciar el parto?
-
Sí,
quiero estar presente.
-
Bueno,
tranquilízate, sentate ahí y esperá que te avise para cambiarte.
En momentos que entran los familiares de Melina,
Julián se sentaba en los sillones de la sala de espera.
-
¿La
llevaron? Preguntaron al unísono Doña Felisa y Don Pedro Castro.
-
Sí, la
van a inducir.
El
suspenso que le ponía Tato a la historia, la hacía más apasionante. Todos en el
bar esperaban el desenlace con un respeto enorme. Sentían que estaban en esa
sala de espera, tan nerviosos como los protagonistas.
A las once y quince, el Doctor le avisa a Julián que
Melina ya estaba con trabajo de parto, que se cambie. En la sala, mientras se
ponían los camisolines, el Gordo encaró a Albarracín para pedirle un favor:
-
¿Doc,
se podrá aguantar hasta las doce…?
-
¿Cómo…?
-
Preguntaba,
si se podrá demorar el parto hasta la medianoche…
-
¿Cómo
vamos a dilatar el nacimiento?
-
Digo,
faltan treinta minutos…
-
¿Cuál
sería el motivo…?
-
Que
nacería el mismo día en que Racing cumple cien años…
-
¿Me
estás hablando en serio, Spina?
Justo en ese momento la partera avisa que ya es hora.
El Gordo con su camisolín y su cofia celeste, se para delante de la puerta y le
dice en un tono menos amistoso:
-
Le
estoy hablando en serio Doctor.
Un asistente que vuelve a golpear la puerta y
Albarracín que le dice a Spina:
-
Correte
por favor…
-
Te
estoy hablando en serio Carlitos
Julián estaba nervioso, colorado, transpirado. Ya no
era Doctor, ni Albarracín, ni el trato de usted.
-
Te
estoy hablando en serio Carlitos, no me la compliques. Faltan quince minutos…
Otra vez golpean la puerta, que ya estaba trabada por
Spina del lado interior y el Doctor Albarracín que grita:
-
Llamen
a la policía que este pelotudo no me deja salir…
Dos minutos después, dos agentes que hacían guardia en
el hospital, le indican a Julián que abra que en la sala de parto necesitaban
al Doctor Albarracín.
-
Ya
está Spina, lograste tu cometido, espero no le pase nada a Melina, ni al bebé,
sino lo vas a pagar caro.
Eran 23.55 horas del jueves 21 de abril de 2022,
mientras el Doctor Albarracín apuraba su paso rumbo a la sala de parto, la
policía esposaba a Julián Spina para llevarlo detenido.
En el exterior fuegos artificiales, aplausos, bocinas
y griterío. En la sala de parto el llanto desconsolado de Joaquín Demián Spina
Castro. Las lágrimas del Gordo mostraban la felicidad paterna y futbolera del
deber cumplido; la extenuación de Melina se enmarcaba en el deseo más hermoso
que una mujer puede tener, ser madre.
-
¿Y lo
llevaron preso a Julián, Tato? Preguntaba el Cholo en nombre de todos
-
Sí, lo
subieron esposado a un patrullero y lo llevaron a la comisaría.
-
¿No
pudo conocer a su hijo?
-
No,
hasta la tarde siguiente. Porque el Doctor no hizo la denuncia, sino se hubiese
quedado unos días entre rejas y se le hubiese iniciado una causa penal.
-
¿Y la
esposa se enojó? Preguntó el Gallego.
-
No,
cómo se va a enojar si Melina es tan hincha de Racing como el Gordo.
-
Ah,
pero es una familia de locos. Acota una mujer que tomaba algo con una amiga…
-
¿Y qué
pasó después…?
Con
la pregunta del Cholo, Tato ponía final a la historia.
Melina salió de alta el día viernes por la tarde y fue
a buscar a Julián a la comisaría, con el bebé en brazos. Juntos se abrazaron y
lloraron de felicidad.
Caminaron unas cuadras, entraron a “La Fortaleza” e
hicieron lo que correspondía, bautizaron al pequeño Joaquín, vistiéndolo con la
camisetita albinegra.
¿De qué otra forma se puede bautizar un hincha de
Racing…?
Tato
terminó de contar la historia, entre lágrimas de emoción y aplausos. Fue ahí
donde sacó una foto que le habían enviado desde Castex. En la misma se veía el verde
césped del “Estadio Héctor Nervi”, con la nueva tribuna de fondo y los tres vestidos
con el atuendo Albo. Apoyada en el piso una bandera recién confeccionada blanca
con letras negras que esbozaba: “Joaquín y Racing locura por 100pre”
Cuento inédito
IG: eduardo.quintana961
Facebook y Twitter: @ejquintana010
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