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Este es un humilde sitio donde podré difundir también mis escritos. Volcaré semanalmente algunos de mis cuentos editados e inéditos para que la gente pueda disfrutarlos.



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domingo, 18 de diciembre de 2022

Decisión tomada

 

Ni bien el árbitro italiano pitó el final del partido semifinal y ya consumado el 3 a 0 sobre Croacia, nos abrazamos con Mariela y lloramos. No había muchas cosas que nos hiciesen tan felices en estos tiempos difíciles y el fútbol era parte de ese cable a tierra que necesitamos para sobrevivir épocas socialmente complicadas.

En ese abrazo y cruces de miradas, salió un repentino: ¿Vamos…?

Ese vamos implicaba muchas cosas: Vamos y nos olvidamos los problemas. Vamos y gastamos los ahorros de hace tantos años para cambiar el auto. Vamos y traemos la tercera Copa.

Vamos…

 

En Argentina nací, tierra del Diego y Lionel. De los pibes de Malvinas, que jamás olvidaré…

 

El miércoles por la mañana nos pusimos en campaña para actualizar el pasaporte, averiguar por los pasajes y la estadía. El tema más difícil era conseguir las entradas. El jueves contrarreloj todo estaba solucionado y el vuelo saldría el mismo viernes por la mañana.

Solo había un tema pendiente, el pedido de permiso de los días en el trabajo. El martes, el jefe me los había negado, el miércoles se repitió la historia, el jueves hablé con José María, mi amigo médico, y conseguí dos certificados por 24 y por 72 horas. El jueves comencé con “presuntos síntomas” y el viernes, mensaje mediante, avisé qué, por prescripción médica, pasaría 24 horas de reposo.

 

No te lo puedo explicar, porque no vas a entender, las finales que perdimos cuantos años la lloré…

 

La Selección Argentina jugaría el domingo, su sexta final. Salvo aquella en Uruguay de 1930, había estado presente en las otras cinco. En el Monumental 1978 y en México 1986, presencié las vueltas olímpicas, en Italia 1990 y Brasil 2014 los subcampeonatos. Ahora a suerte y verdad presenciaría junto a mi esposa la sexta final con Francia en Catar.

Había visto levantar la copa a Daniel Passarella y a Diego Maradona. Soñaba con ver a Lionel Messi, sin dudas el mejor jugador del Siglo XXI. Tenía el póster con la Copa América alzada en manos del diez y soñaba con cambiarla para que dicha copa sea la del mundo.

 

Pero eso terminó porque en el Maracaná, la final con los brazucas la volvió a ganar papá…

 

Salvo la Copa ganada en el Mundial 1978, que se jugó de local, las demás fueron con mucho sacrificio económico. Para México, sin Mariela y junto a otros cuatro amigos, vendimos flores en una esquina, pirotecnia para las fiestas, helados en verano y todo lo que tuvimos a nuestro alcance para cubrir el viaje, las entradas y la estadía.

Para Italia ´90, todo fue distinto. El país vivía una situación extremadamente difícil, hiperinflación, nuevo gobierno y con Mariela, matrimonio. Habíamos guardado la luna de miel para ir a Nápoles. Teníamos familia italiana y aprovechamos para quedarnos todo el torneo. Fue el Mundial del sufrimiento, de Diego, el Cani y los penales atajados por Goyco.

La quinta final fue en el año 2014, en Brasil y allí viajamos con la familia completa, Mariela y nuestros dos hijos, siempre con la ilusión intacta y con un gran equipo. Nos quedamos en la puerta y lloramos mucho. Creímos merecer levantar la Copa que se nos negaba desde hacía mucho tiempo.

 

Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar. Quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial…

 

Ganaba bien en mi trabajo y tenía un buen pasar, pero un viaje como este, a un lugar tan lejano dejaba secuelas económicas innegables. Pero ya estaba todo armado, valijas, viaje, estadía, entradas, el engaño en el trabajo, con la cubierta de un par de compañeros, que sabrían la situación y un cúmulo de ilusiones postergadas a través del tiempo. Era el momento exacto y había que estar presentes.
El viernes a la mañana partimos en un vuelo de treinta horas, con escalas en San Pablo, Barcelona y Estambul. Llegar a Doha, descubrir otra cultura, amucharte en la euforia y disfrutar.

 

Y al Diego, desde el cielo lo podemos ver, con Don Diego y con La Tota alentándolo a Lionel…

 

El día de la final esperada llegó. El imponente “Estadio Lusail” se fue llenando de alegría, de emociones fuertes, de esperanzas compartidas. El celeste y blanco se fue adueñando de gran parte de las gradas. Con Mariela mirábamos todo, hasta cuando en un lapso del partido nos enfocaron en la pantalla gigante, para todo el mundo. Nuestra Selección ganó el partido con sufrimiento, pero merecidamente y todo el planeta tuvo ese momento esperado, cuando Lionel Messi levantó la Copa. Lo queríamos por él, por su familia, por su Rosario y por todos los argentinos.

El abrazo con Mariela otra vez por pantalla gigante, me expuso ante el mundo, ante nuestros amigos, ante el barrio y ante mi jefe. Ya no tendría trabajo a la vuelta, pero tendría en el corazón grabada la tercera Copa y les juro que nada importaba…


(Foto extraída de Internet)


Eduardo J. Quintana

Cuento inédito

IG: eduardo.quintana961

Facebook y Twitter: @ejquintana010



2 comentarios:

  1. En un marco de relato futbolero convencional, el muy buen hallazgo de dos puntos de quiebre, el sugestivo "¿Vamos?" y el abrazo en pantalla gigante tras la inesperada aparición en pantalla gigante. Bien ahí!!!

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