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martes, 13 de diciembre de 2022

El plan de Marcos

 

-          Yo les dije que podía salir mal…

Fue la única frase que deslizó Marcos en todo el día. Su bronca era incontenible, su desazón proporcional al problema causado a sus amigos.

Minutos antes del partido con Holanda y que, a la postre, clasificó a la Selección Nacional a semifinales, Marcos fue a la panadería a comprar facturas para acompañar los mates en el partido y se encontró con “Don Ventura”.

-          ¿Cómo le va vecino?

-          Bien Don Ventura –mientras su mano derecha se tomaba el testículo izquierdo- ¿Va a ver el partido?

-          Por supuesto y si gana, y pasa a la semifinal, viajo a Catar.

Fue un baldazo de agua fría para Marcos. Don Ventura, se llamaba Jorge Gómez, tenía alrededor de sesenta años y fue apodado en el barrio como aquel personaje de mediados del siglo pasado de una película llamada “Fúlmine”, protagonizada por Pepe Arias, un queridísimo actor argentino. Así lo había bautizado el barrio, por decenas de acciones infortunadamente negativas. Él parecía no sentirse afectado, ni entender el significado de lo que rodeaba su apodo.

Marcos caminó los ochenta metros de la panadería a su casa en otra órbita, con la mente en blanco, sin poder determinar la magnitud de lo que había escuchado de la boca de Don Ventura: “si gana, y pasa a la semifinal, viajo a Catar”

Lo habló con sus amigos del barrio, hicieron todo lo que un “cabulero” haría, se vistió igual, se sentó en el mismo lugar, comió las facturas, tomó mate, solo varió una cosa: escribió en un papel “Jorge Gómez – Don Ventura” y lo metió en el freezer.

El “si gana y pasa a la semifinal” dicho por Don Ventura podría ser un boomerang y había que contrarrestarlo. El “si gana y pasa a la semifinal, viajo a Catar” sería cosa de estudiarlo, consumado el partido con Holanda.

En cuatro horas, todo el pueblo festejaba la victoria por penales y el paso a la siguiente ronda. Eran solo dos pasos para la gloria, pero esa gloria podría ser pisoteada por las desventuras de Don Ventura, si viajaba. Aquel “Fúlmine” de la película, este “Fúlmine” en Catar.

El lunes, Marcos tenía diseñado el plan que era muy arriesgado, pero infalible. Él personalmente se acercaría a Don Ventura, para averiguar el día y el número de vuelo, se lo transmitiría a Yiyo, uno de sus mejores amigos, para que prepare algo que demuestre que viajaría en el mismo vuelo. Marcos, nuevamente, sería quien le acercaría la propuesta de llevarlo al Aeropuerto de Ezeiza, el mismo día que a su amigo.

En la autopista, a la altura de los bosques, Titi con su moto, aparearía al auto, me mostraría un arma de juguete e instaría a desviarme del camino hacia la arboleda. Una vez allí le pondríamos una bolsa en la cabeza y le sacaríamos el pasaje, para destruirlo inmediatamente. Después al baúl y de allí a casa de Yiyo, que tenía el garaje vacío y una habitación donde tenerlo unas horas, hasta que salga el último vuelo a Catar.

Llegamos al garaje de Yiyo, quien abrió el portón automático para ingresar directamente. Una vez en el interior, bajaron a Don Ventura y lo llevaron a la habitación que estaba preparada con un sillón esposas y cadenas. Ventanas tapadas con papel, luz muy tenue y un ventilador de techo que removía el aire. Le quitaron la bolsa de la cabeza, le colocaron una mordaza y una venda en los ojos. Lo dejaron solo.

 

-          Yo les dije que podía salir mal…

-          No entiendo –acota Titi- cómo se nos pudo pasar por alto.

-          Boludos, somos tres boludos.

Con esa aseveración de Yiyo, llegó el silencio. No se escuchaba nada, el lugar era hermético. Según los cálculos de Marcos, irían treinta minutos del segundo tiempo y no había noticias. Ni siquiera nos habían permitido tener una radio. Una potente explosión de júbilo, que traspasó los muros, marcaba que, la semifinal de la Copa del Mundo, había finalizado con victoria de la Selección Argentina frente a Croacia

Habían conseguido cumplir el objetivo, Don Ventura, el negativo del barrio, no viajó a Catar y no había cometido ninguna de sus tropelías maléficas.

El sueño de jugar la sexta final de la Copa del Mundo para el país, justificaba todas las acciones programadas y si no hubiese sido por el GPS de Don Ventura, Yiyo, Titi y Marcos, estarían festejando el triunfo fuera de la celda…



(Foto extraída de Internet)


Eduardo J. Quintana

Cuento inédito

IG: eduardo.quintana961

Facebook y Twitter: @ejquintana010

3 comentarios:

  1. Muy lindo!. Creer o reventar, que los mufas existen!. Abrazo grande desde Amenabar Santa Fé.

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  2. No solo está bueno y con ingenioso desenlace, sino que se convierte en un homenaje a Fontanarrosa,

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